No todo es Bombay para los drepánidos de Hawaii

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El Museo de América de Madrid es quizás uno de los más ricos y desconocidos de la capital de España. Si en vez de en nuestro país se localizara en Londres, París, Chicago o Nueva York, recibiría cientos de miles de visitantes al año, contaría con un horario adaptado a las escuelas y familias y un programa de interpretación con guías competentes. No es el caso: aquí no queremos tanto nuestra historia ni a nuestros museos, salvo los del aristocrático eje Prado-Recoletos, de aceras minúsculas y Baronesas encadenadas. Auténticas maravillas como este museo o el Naval languidecen en instalaciones más bien pequeñas y obsoletas y sometidas a horarios absurdos, sin la menor promoción institucional, burocratizados y poco dados a divulgar nuestra asombrosa y dramática historia colonial. Quiero invitaros a pasear hoy por las galerías del Museo de América para disfrutar sus magníficas colecciones, principalmente de origen americano, pero que incluyen piezas notables del periodo colonial español en el Pacífico, mucho menos conocido. En su momento de máxima expansión, el imperio abarcaba las Filipinas, Palaos, Guam, las Islas Marianas, las Islas Carolinas, las Islas Marshall y las islas Gilbert; todo se perdió tras la guerra hispano-norteamericana. Y es aquí, entre las colecciones de artesanía, esculturas cerámicas y embarcaciones de Filipinas o la isla de Guam, donde nos podemos topar con un material casi único en el mundo del arte plumario, que utiliza las plumas de aves como elemento estructural y de ornato, un arte que ya ha hecho su aparición anteriormente por este blog hablando del tocado de Moctezuma y su restauración. Son los tocados, cascos y capas ornamentales polinesias de plumas de drepánidos del archipiélago de las Hawaii, islas también (re-)descubiertas por españoles siglos antes que el capitán Cook.
Los drepánidos son una familia de pájaros endémica de este archipiélago, colonizadores de las islas a partir de un evento de invasión que implicó posiblemente a fringílidos, la familia con la cual se encuentran más emparentadas por canto, morfología, costumbres y distancia genética. En ausencia de competidores, evolucionaron radialmente y de forma rapidísima en 15 géneros y más de cuarenta especies, con formas que se correspondían básicamente a dos grandes morfotipos: granívoros de picos cortos y robustos, similares a sus ancestros, o nectarívoros e insectívoros, con picos largos, finos y decurvados, a menudo mostrando una sorprendente asimetría entre la mandíbula superior y la inferior, y singular y bellamente adaptados a la forma de las corolas de las flores de las cuales extraían el néctar. Los grabados de John Gerrard Keulemans, del maravilloso y raro The avifauna of Laysan del segundo barón Rothschild, Lionel Walter Rothschild, muestran la belleza de estas pequeñas aves.

'O'o de Hawaii, Moho nobilis, fuente de las plumas amarillas de los tocados ornamentales

‘O’o de Hawaii, Moho nobilis, fuente de las plumas amarillas de los tocados ornamentales. The avifauna of Laysan, L.W. Rothschild

Su evolución tras la llegada a las islas está íntimamente ligada a la del archipiélago hawaiano. Las Hawaii son islas volcánicas originadas por el desplazamiento de la placa tectónica pacífica sobre un hot spot de alta actividad sísmica y volcánica, que va originando, como en una cinta transportadora en dirección SE-NW, volcanes submarinos y eventualmente islas volcánicas. El archipiélago crece, o avanza, en dirección NW, de forma tal que las islas al SE son las más jóvenes –Hawaii- y los atolones e islas coralinas de las Aleutianas son las más maduras. A medida que envejecen, los volcanes se erosionan y subsiden, finalizando su agitada vida en forma de atolón. En dos de ellos, Laysán y Nihoa, sobreviven dos especies de drepánidos de “aspecto pinzón”. En Nihoa, una isla de apenas 63 hectáreas, el pinzón de Nihoa cuenta con la única población mundial, un par de miles de ejemplares, críticamente amenazadas y susceptibles de una rápida extinción por la introducción de una especie o un evento catastrófico como un huracán.
Los drepánidos son además uno de los taxones aviares que han sufrido más extinciones mediadas por el hombre. Más del 50% de las especies originalmente presentes en el archipiélago antes de la colonización Polinesia han desaparecido, y la lista se sigue ampliando. De incierta clasificación taxonómica, se han considerado alternativamente familia –drepanididae-, o una subfamilia de los fringílidos –drepanidinae. De hecho una de las tribus que incluye, los Psittirostrini, se consideran los fringílidos hawaianos: eran un grupo de pájaros con picos como de picogordo y de canto similar a los carduélidos o jilgueros. Presentes originalmente en todas las islas, en todo el rango altitudinal y en abundancia, de este grupo únicamente sobrevive, y en peligro de extinción, el palila Loxioides bailleui. Tristemente, hasta un género completo con cuatro especies se considera extinto, los pinzones Koa del género Rhodacanthis. Las otras dos tribus son los Hemignathini -los agateadores hawaianos como el nukupuʻu (Hemignathus lucidus), probablemente extinto, o los maravillosos y tristemente desaparecidos akialoas (Akialoa sp.)- y la subfamilia de nectarívoros Drepanidini, con el ‘I’wi Drepanis coccinea como especie más abundante y conocida.

AkialoaAkialoa The avifauna of Laysan, L.W. Rothschild
¿Cuáles han sido las causas de esta hecatombe? La extinción, y más aún en regiones insulares –las más sensibles-, es habitualmente producto de un combinado de factores que actúan dramáticamente en sinergia. Los drepánidos ilustran perfectamente este fenómeno. La guerra cuenta con dos fases bien diferenciadas: la primera se inicia con la llegada de los navegantes polinesios al archipiélago en una fecha próxima al siglo IV a.C. desde las islas Marquesas, sus prácticas agrícolas y rituales y su séquito de especies acompañantes: cerdos, cabras, ratas del pacífico Rattus exulans, entre otras; la segunda la inaugura Cook en 1779, y ha sido más drástica. Aunque la caza y recolección de plumas y las especies introducidas supusieron un primer golpe inducido por los pobladores polinesios, buena parte de las especies de drepánidos sobrevivieron con poblaciones bien repartidas y sanas.

family-tree

‘I’wi, Drepanis coccinea

La colonización caucásica a partir del siglo XVIII supone la modificación drástica del hábitat, la perdida de los bosques de zonas bajas, la introducción de miles de especies de plantas y animales, muchas de ellas invasoras y finalmente la guerra bacteriológica, mediante el transporte de vectores de enfermedades víricas aviares mortales para especies que habían vivido en aislamiento. Los mosquitos del género Culex han diezmado y extinguido a la práctica totalidad de los drepánidos supervivientes de zonas bajas a partir de finales del siglo XIX, actuando como vectores del virus de la malaria aviar y el virus de la viruela aviar. A partir de 1500 m. de altura los mosquitos prácticamente desaparecen, y esto ha salvado momentáneamente a la familia, que sobrevive con sus escasos últimos taxones en altura, en zonas a menudo diminutas y con poblaciones casi virtuales, algunas de las cuales se están extinguiendo a la vez que redacto esta nota apresurada. Sus cantos de canario y su comportamiento de agateador se han desvanecido hace tiempo; las refulgentes plumas amarillas del Mamo, las verdes del Akiolea y las rojas del Kakawahie, únicamente subsisten formando parte de apolillados ornamentos en museos, recordando que la velocidad y alcance de la extinción suele ser infinitamente mayor que la formación de nuevas especies. El cambio climático puede suponer en los próximos años el coup de grace para esta singular familia de aves: ya se ha constatado la expansión altitudinal a lo largo del pasado siglo de los Culex sp., y la morbilidad tremenda, de hasta el 100%, de los drepánidos infectados.
¿Para qué recolectaban plumas los nativos hawaianos? Las capas nobiliarias son quizás las piezas de vestimenta ritual ornadas más hermosas y preciadas en la Polinesia, y para ellas se reservaron las plumas de los drepánidos residentes. En Polinesia el plumaje de las aves tiene valor religioso y social y es indicativo del estatus y riqueza de su portador. En la sociedad hawaiana los jefes, considerados descendientes de los dioses, llevaban estas capas en ceremonias y en batallas, en la creencia de que ofrecían una protección física y espiritual durante un enfrentamiento. Elaboradas a partir de un numero ingente de plumas imbricadas en una urdimbre de corteza de Olona, durante los periodos de abundancia las capas podían contener hasta 500.000 plumas individuales o más. Durante el reinado de Kamehameha a finales del siglo XVIII, su ropa contenía más de 800.000 plumas, la mayor parte procedentes del Mamo. Cabe imaginar el impacto de esta práctica sobre las poblaciones, aunque parece ser que las aves se liberaban tras tomar las plumas amarillas en época de muda. Estas se cosechaban del Mamo y del ‘O’ho; las rojas principalmente del I’wi’ y del Apapane Himatione sanguinea. Estos son los colores dominantes. Dos de estas magníficas capas del siglo XVIII y varios tocados se exhiben en el Museo de América de Madrid, mostrando en sus calvas y plumas perdidas las malas condiciones de conservación que han padecido.

Capas ornamentales y casco hawaiano. Siglo XVIII, Museo de América, Madrid

Capa Museo de América siglo XVIII

Capas ornamentales y casco hawaiano. Siglo XVIII, Museo de América, Madrid
El museo de Arte de Honolulu exhibe una capa ritual nativa atípica: sus plumas no son rojas o amarillas, sino que muestran colores grises y pardos. Por lo demás, la técnica de urdimbre es muy similar a la tradicional pero su espectacularidad desmerece la de las antiguas capas coloreadas. Se diferencia además de en las plumas en la edad: esta capa es de principios del siglo XX, justo cuando Mamo y Oho se extinguen –y por tanto sus plumas amarillas- y cuando buena parte de las especies de plumas rojas desaparecen también. El origen de las plumas de esta capa bizarra nos da la clave del enigma: son plumas de faisán. Los faisanes actualmente presentes en Hawaii son especies introducidas por los pobladores americanos, ansiosos por contar con sus especies de caza del continente también en el remoto archipiélago del Pacífico. Los nativos hawaianos, privados de su paleta sagrada de colores originales, de sus plumas como óleos, no supieron o pudieron hacer otra cosa que elaborar sus nuevas capas a partir de plumas de una especie introducida, testimonio de una isla en decadencia biológica que perdía, a la vez que su independencia y su orgullo nacional, a sus singulares especies nativas.

Palila, Loxioides bailleui

Palila, Loxioides bailleui

Tribus académicas

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Es mejor que lo afrontemos directamente: existen dos tribus claramente identificadas y hasta cierto punto incompatibles: ciencias y letras. Lo sé, es una visión maniquea y el tema está tan manido que apesta, pero sigue ahí. Para resolver un problema el primer paso es aceptar que tenemos un problema. Tampoco es exactamente nuestra culpa; unos y otros hemos sido colocados en universos conceptuales distintos prácticamente desde la infancia, por un sistema educativo muy radical en esta materia. Es posible que el sistema educativo tenga sus razones, pero es mucho más probable que sea simplemente el resultado de la tradición, que es una manera elegante de llamar a la inercia pura y dura.
Los de mi tribu (ciencias) solemos considerarnos más listos, no solamente distintos, y es verdad que las asignaturas respectivas suelen ser más exigentes. A nuestro favor tenemos el prestigio del que goza la Ciencia en la actualidad y el hecho de que las carreras universitarias de ciencias suelen proporcionar un acceso más seguro a ocupaciones de cierta calidad intelectual. Sin embargo, las letras mantienen (todavía) el cuasi-monopolio de la Cultura con mayúsculas y, más importante, casi todas las decisiones importantes están en manos de personas con formación humanística (el número de diputados en el parlamento español con un doctorado en ciencias es ridículamente bajo).
Nos sentimos diferentes. Nosotros valoramos la concisión, ellos la verbosidad. Anteponemos la evidencia experimental, ellos tienden a ignorarla. Recurrimos a modelos y fórmulas matemáticas siempre que sea posible y ellos no tanto. Favorecemos una visión estructurada del universo, desde los quarks a los agujeros negros, pasando por la epigenética. Nos sentimos modernos, frente a la otra tribu que parece anclada en una tradición intelectual obsoleta, farragosa y cada vez más incomprensible.
Es posible que este discurso parezca arrogante. Pido disculpas por anticipado; no es mi intención herir sensibilidades. Conozco y aprecio a muchísimas personas de la otra tribu a las que considero extraordinariamente inteligentes y capaces. Pero sí es mi intención ser provocativo; hay que sacudir el árbol para que caigan las nueces. Así que voy a hacerlo al revés; en vez de escribir el post voy a limitarme a hacer algunas preguntas capciosas, con la esperanza de que algún lector se decida a salir del armario y contestarlas, o al menos expresar su opinión (eso sí, pido encarecidamente que no superen las 1000 palabras; no tienen que contestar a todo). Ojalá haya debate y se anime el patio.
1. ¿Es lógico que el sistema educativo nos separe de forma tan radical y tan temprana?¿Qué ventajas/inconvenientes se derivan de ello?
2. ¿Qué cosas debe saber una persona para considerarse “culta” actualmente?
3. ¿Es razonable que personas que están en puestos de gran responsabilidad p.e. juez, legislador, tengan tan sólo un conocimiento muy superficial de los avances en Ciencias de la naturaleza?
4. ¿Por qué los estudios de Filosofía están asociados exclusivamente con las Humanidades? Si la Filosofía está enfocada hacia el conocimiento en general, ¿no debería la Ciencia tener un espacio considerable en el currículo?
5. ¿Es razonable que los diferentes campos de conocimiento se sometan a “examinación cruzada” unos con otros? El hecho de tener una formación diferente no debería constituir un obstáculo para hacer aportaciones interesantes en otros campos, más bien a la inversa ¿por qué persiste en la práctica el aislamiento entre disciplinas?
6. ¿Somos realmente diferentes (los de ciencias y letras)? ¿Pensamos de forma distinta? ¿Alguien ha abordado esta cuestión experimentalmente?

La paradoja del dolor

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He aquí la paradoja: el dolor intenso y continuado es seguramente una de las experiencias más horribles por las que se puede pasar y, al mismo tiempo, el dolor es tu amigo porque te avisa de que hay algún proceso en marcha sumamente negativo para tu integridad corporal y para tu supervivencia. Por ejemplo, la señorita C (un personaje frecuente en los libros de texto de Psicología) no podía percibir dolor alguno ¿qué suerte, no? Pues no. La señorita C podía estar charlando tranquilamente en la cocina mientras su mano se freía inadvertidamente en una sartén; la señorita C casi se arranca la lengua de un mordisco sin darse cuenta, y así un largo etcétera. La señorita C murió a los 29 años después de múltiples traumas en la piel y los huesos. Por otro lado, millones de personas sufren jaquecas recurrentes e incapacitantes, que constituyen un problema médico en sí, y no por ser el síntoma de algún otro mal subyacente. En estos casos el síntoma es la enfermedad y el dolor el mal a combatir.
El utilitarismo, que en mi opinión es la filosofía moral más avanzada que tenemos, nos induce a maximizar la felicidad y a minimizar el dolor, afirmando implícitamente que el dolor es malo o por lo menos, aquello que produce dolor debe ser evitado. Algunos filósofos utilitaristas, Peter Singer a la cabeza, afirman que la consideración de minimizar el dolor no debe limitarse a los humanos sino a todos los seres “sentientes”. No es la capacidad de hablar, ni la de razonar lo que hace a un ser vivo digno de consideración moral, sino su capacidad de sufrir. El dolor no es menos desagradable y traumático por el hecho de que quien lo sufra tenga una limitada capacidad cognitiva. Independientemente de que estemos de acuerdo o no con esta perspectiva “animalista”, esta cuestión nos lleva a una pregunta interesante: cómo podemos estar seguros de si otro ser vivo puede sentir dolor, sobre todo si se trata de un miembro de otra especie y no puede decírnoslo alto y claro. En este punto el filósofo moral tiene que pedir ayuda al biólogo.
El biólogo nos dice que el primer requisito consiste en tener un sistema nervioso. Los humanos tenemos varios tipos de sensores en la piel y en los órganos internos (corpúsculos de Pacini, discos de Merkel, terminaciones de Ruffini…) que pueden detectar presiones, temperaturas y otras circunstancias potencialmente peligrosas. No tiene sentido hablar de dolor en bacterias, hongos, plantas y otros eucariotas considerados “inferiores”. Las plantas no sufren dolor a pesar de que algunas personas afirman todo tipo de cosas raras al respecto; eso sí, las plantas perciben muchas cosas (luz, temperatura, gravedad, presencia de patógenos e insectos, agua y nutrientes en el suelo, días más cortos o más largos…) pero eso es otro cantar. Por otro lado, existen pocas dudas de que mamíferos y aves son perfectamente capaces de sentir dolor de forma similar a la nuestra (por supuesto es imposible comprender plenamente la experiencia subjetiva de otro ser vivo, sea éste un murciélago o un filósofo ). Algunos partidarios de las corridas de toros han argumentado que estos animales no sufren dolor durante la lidia. El argumento es sumamente endeble y ha sido refutado para el caso específico de los toros durante la corrida. Si los mamíferos pueden sufrir y las plantas no ¿en qué grupo taxonómico comienza esta capacidad? La pregunta es relevante no sólo desde el punto de vista de la zoología sino que además, obviamente, tiene consecuencias éticas.
Un grupo de animales donde tiene sentido que nos hagamos esta pregunta es el de los peces; seres con los que solemos empatizar muy poco y que nos causan escasos remordimientos cuando nos los comemos o los pescamos. En general, los pescadores son considerados (y se consideran ellos mismos) en una categoría muy distinta de las cazadores. Estos últimos matan a seres (relativamente) inteligentes y (a veces) adorables como por ejemplo los ciervos o los zorros. Así que la caza es una actividad mucho más cuestionada que la pesca desde un punto de vista ético. Es imposible que la muerte violenta de un besugo nos afecte de la misma manera que la de una cría de foca. Pero para que nuestra coherencia fuera total tendríamos que estar seguros de que el besugo es un ser menos “sentiente” que la cría de foca. Reconozco que la matanza de besugos no va a generar muchos titulares, al menos de momento, pero ¿qué nos dice el biólogo del potencial sufrimiento del besugo?
Los peces obviamente tienen un sistema nervioso bien desarrollado. También se sabe que poseen abundantes terminaciones nerviosas en la boca, así que es seguro que pueden percibir el anzuelo que se clava. Sin embargo, esto no es suficiente. La percepción del daño no implica necesariamente que haya una experiencia dolorosa. Para esto necesitaríamos algo más: que se produjera una “representación mental” del dolor, lo que corresponde aproximadamente con el sentido habitual del término “sufrimiento”. Esto es particularmente relevante para la práctica de la pesca sin muerte. Los pescadores de esta modalidad dicen que esta actividad es “impecable” desde el punto de vista ético y medioambiental. Cómo no, algunos animalistas aducen que se produce un daño innecesario a los peces. Nos vemos obligados a reformular la pregunta: ¿sufren las truchas al ser pescadas y devueltas al río?
Victoria Braithewaite, una profesora de la Universidad de Pennsylvania afirma que así es (http://www.psu.edu/dept/braithwaite/victoria.html) después de largos años investigando este asunto. Durante años los científicos creían que los peces no pueden sufrir porque carecen de amígdala, la estructura cerebral que en mamíferos almacena información relevante sobre experiencias notablemente malas o buenas y que es indispensable para aportar un contenido emocional a la percepción de estímulos. Pero hace unos años los zoólogos descubrieron una estructura equivalente en los peces, lo cual cambia por completo la cuestión. El equipo de Braithewaite comenzó inyectando una pequeña cantidad de ácido en el labio de los peces y puso en evidencia una conducta típica de animales que sufren: se frotaban el labio insistentemente y no mostraban interés por la comida (frente a individuos de control que no mostraban esta conducta). Seguidamente los investigadores diseñaron un test que permitiera poner en evidencia si los peces tratados por ácido estaban o no en un “estado mental perturbado” que pudiéramos catalogar como “doliente”. Para ello entrenaban a los peces en una especie de laberinto construido en la pecera; en uno de los puntos clave, donde el pez tenía que decidir entre dos posibles caminos, colocaban un estímulo nuevo. La reacción normal en un pez sano consistía en detenerse ante el nuevo objeto y nadar rápidamente hacia el lado correcto, sin perder contacto visual con el objeto. Sin embargo, los individuos que estaban bajo la influencia del dolor ignoraban el peligro potencial de forma significativa. Esta diferencia en lo que puede considerarse una conducta normal sugiere que los peces objetos del experimento experimentan una representación mental del dolor que interfiere con sus capacidades. En definitiva, los peces pueden sufrir.
Aunque estos datos son sugestivos, seguramente no son suficientes para zanjar completamente la cuestión. Para empezar, no es seguro que la inyección con ácido sea equivalente al efecto del anzuelo, aunque es posible que así sea. En otro orden de cosas, es posible aceptar la validez científica de estos resultados y no aceptar la conclusión de que es éticamente incorrecto pescar con caña. Se puede argumentar que el dolor que sufren los peces está justificado por el placer que la pesca reporta a los humanos que la practican. En cualquier caso, es importante que seamos capaces de separar los hechos (que los peces son capaces de sufrir) con los valores (si es no moralmente correcto hacer sufrir a los peces).

La influencia sajona en la música popular: transmisión W-E del canto de la yubarta Megaptera novaengliae en el hemisferio S.

La ballena cantora por excelencia, la auténtica María Callas del mar, es la Yubarta Megaptera novaeangliae. El canto es diferente en subpoblaciones diferenciadas entre distintos océanos e incluso entre distintas subpoblaciones en el mismo océano. Esta plasticidad metapoblacional desaparece sorprendentemente cuando hablamos de cada una de las poblaciones, en cuyo seno los machos –el único sexo cantor- entonan alegremente todos la misma melodía. Es como si las diferencias de matiz dentro de la misma melodía –tono, potencia, entonación, etc- fueran suficientes para diferenciar los distintos ejemplares, de forma tal que no se necesita un grado mayor de variación. Estas ballenas muestran un canto estable hasta el momento en el que un macho, inopinadamente, altera el patrón introduciendo una variación en la canción. Este cambio es adoptado rápidamente por el resto de machos, de tal forma que al poco todos vuelven a cantar igual, pero una nueva canción. En este sentido la especie se muestra innovadora a la hora de variar su canto, pero conservadora a la hora de aceptar las diferencias. Es como si percibieran una ventaja adquirida por el nuevo cantor frente a las hembras, y debieran neutralizarla adoptando rápidamente el nuevo canto como propio. Un ejemplo maravilloso de selección sexual y del fenómeno denominado la ventaja del fenotipo raro, descrito originalmente en moscas del vinagre mutantes para el color de ojos. En el caso de la especie humana, se puede expresar con la fórmula del musical de Broadway y película Los caballeros las prefieren rubias, con Marilyn Monroe de protagonista.

Pero ¿por qué cantan las Yubartas? Aunque parece claro que tiene relación con procesos de selección sexual –puesto de manifiesto por el hecho de que únicamente un sexo cante, como en las aves canoras-no se sabe si cantan para atraer a las hembras, o para repeler a los machos rivales, o ambas cosas a la vez.
En las aguas australes las yubartas se encuentran en primavera al E de la isla principal, aprovechando para alimentarse y criar a sus terneros en la zona de la Gran Barrera. Entre 1995 y 1998, el equipo de Michael Noad estuvo grabando esta población en sus migraciones N-S de primavera y otoño. En 1995 y 1996 la canción de moda varió ligeramente por causas evolutivas, pero sorprendentemente aparecieron dos ejemplares –de un total de 82- entonando un aria totalmente diferente. En 1997, de un total de 117 machos grabados, la población se repartía entre viejos rockeros y nueva ola, con tres ejemplares entonando cantos híbridos, con temas procedentes de ambas poblaciones; en 1998, en una rápida evolución cultural, todos los machos cantaban la nueva canción.
El nuevo canto era sorprendentemente similar a la canción migratoria de una subpoblación cercana pero a la vez aislada respecto a la población del E. Era la población del W de Australia. Ambas subpoblaciones cantan canciones muy diferentes y el nivel de intercambio genético entre ambas es bajísimo. Existen ejemplos similares de cantos tribales, exclusivos de subpoblaciones determinadas de aves canoras. Lo que no se ha descrito hasta ahora es una modificación cultural tan rápida y radical de un rasgo tan específico .
Años después, en 2011, Garland et al (2011) descubre que la ola de transmisión cultural no se queda en Australia del Este, sino que se prolonga a lo ancho del Pacífico. La transmisión cultural puede prolongarse de forma vertical –a través de los progenitores a las crías-, oblicua –vía parientes cercanos- u horizontal –entre individuos no emparentados de edad similar. El canto de la yubarta se desplazó en un periodo de 11 años, de forma horizontal y en dirección E. Lo más formidable fue la velocidad a la que se produjo el avance de esta ola cultural: en 2003 se produjo el avance de la llamada “canción roja” al E de Australia, donde se produjo la rápida sustitución de ”la canción azul”. No quedó ahí el asunto: la canción roja avanzó con las poblaciones de yubarta a lo ancho del Pacífico, en dirección E, alcanzando Nueva Caledonia en 2004 y la Samoa americana en 2005. En 2008 no quedaba rastro de la canción roja o azul, ni en Australia, Samoa o Nueva Caledonia, siendo sustituidas por nuevas canciones, más a la moda.
Un ancho canto –y no debe haber canto más ancho que el de la yubarta- puede desplazarse en dirección E del Pacífico, impulsado por la capacidad canora de un cetáceo cosmopolita, y los mecanismos de selección sexual que operan a lo largo de su ciclo vital. La posesión de un canto original, potente y flexible, confiere ventaja adaptativa y incrementa la eficacia biológica de este taxón; su capacidad de mímesis de los temas exitosos nos sugieren una elevada inteligencia. Y nos invitan a concluir que, en definitiva, no sólo en aeroplanos o en ondas de hertzio a través del éter viaja el deseo.

Yo, Bacteria

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¿Está usted seguro de que es un ser humano? No me entienda mal; no pretendo insultarle ni jugar con las palabras. Sin duda, si está leyendo este texto cualifica como humano, pero la cosa es un poco más complicada ¿Es un individuo “humano” totalmente humano desde el punto de vista genético? Veamos los datos: todo organismo alberga un número muy considerable de microorganismos, los cuales son habitantes normales y necesarios en nuestros cuerpos, fundamentalmente asociados a la piel y al intestino. Por cada célula genéticamente humana hay unas 10 células microbianas en nuestro organismo; desde el punto de vista del número de células somos 90% bacteria. Más interesante aun es el hecho de que por cada uno de nuestros genes albergamos unos 400 genes microbianos. Tal vez piense que estos datos no son demasiado importantes. Sí, arrastramos un número altísimo de microbios, pero éstos son simplemente una carga, inevitable y no muy significativa; de la misma manera que llevamos con nosotros la ropa y los zapatos ¿Diría que los microbios no somos nosotros?
El problema es que nuestros microrganismos no son sólo inevitables, sino también necesarios para que podamos desenvolvernos correctamente en esta vida. Y los genes microbianos son también esenciales para muchas funciones biológicas, significativamente para alimentarnos y defendernos de otros microorganismos. Sin la presencia (y los genes) de nuestros pequeños aliados tendríamos graves problemas. De modo que un individuo sólo está completo y funcional con sus microrganismos. En cierto modo, somos un ecosistema o meta-organismo. Somos bacteria.
Un caso extremo. Las vacas, los osos panda o las termitas (en general, cualquier animal que se alimente de materia vegetal) necesita la ayuda de sus bacterias intestinales para romper la celulosa de los vegetales y que constituye una gran parte dela energía de la dieta. Sin sus bacterias, las vacas se morirían de hambre; de hecho, lo que de verdad comen no es la hierba en sí, sino los ácidos grasos que liberan las bacterias del rumen después de metabolizar el alimento. Por otra parte, las bacterias del rumen sólo pueden vivir en el rumen de una vaca. Ninguna de las partes puede funcionar sin la otra. Las bacterias son una parte esencial e indispensabe de lo que llamamos vaca.
En muchos casos, las bacterias marcan el destino del individuo desde el nacimiento y en aspectos que sólo ahora estamos empezando a conocer. Por ejemplo, las larvas de la mosca tse-tsé necesitan ser colonizadas por una especie particular de bacteria ( Wigglesworthia sp) para poder desarrollar un epitelio intestinal normal. Las larvas de tse-tsé son excepcionales entre los insectos, ya que son alimentadas en el interior del cuerpo de la madre con un líquido rico en grasas y proteínas y en este proceso son colonizadas por la bacteria. Las larvas criadas artificialmente no desarrollan un intestino normal, su sistema inmunológico es deficiente y son más susceptibles a la infección por el parásito causante de la enfermedad del sueño; de modo que la ausencia de bacteria es un problema y no sólo para la mosca. En condiciones normales, sólo un bajo porcentaje de las tse-tsé transmiten el tripanosma.
En otros casos, las bacterias asociadas constituyen una barrera genética entre dos especies que, en ausencia del microorganismo serían perfectamente capaces de hibridar. Tal es el caso de dos especies de avispa, Nasonia vitripennis y N. giraulti. En condiciones naturales las bacterias hacen que los machos híbridos sean inviables, levantando así una barrera evolutiva entre ambas. Sin embargo, si los híbridos son criados en condiciones artificiales y tratados con antibióticos, los híbridos se desarrollan normalmente. El resultado de esta interacción es que ambas especies se irán separando en dos especies cada vez más alejadas. No está claro que la bacteria tenga algo que ganar-en sentido evolutivo- y parece que el fenómeno es un efecto colateral, aunque las consecuencias sean importantes.

La Hiena manchada (Crocuta crocuta) y la Hiena rayada (Hyaena hyaena) son dos especies claramente diferenciadas, a nivel genético, morfológico y ecológico. En este caso las bacterias asociadas no son responsables de la separación evolutiva, pero sí parecen serlo de un aspecto importante de la biología de las hienas: su olor. Las hienas poseen glándulas debajo de las cola con las que secretan una sustancia que les permite “marcar” el territorio con una firma olfativa. Sin embargo, el verdadero responsable del olor es el tipo de bacteria que se desarrolla sobre esta sustancia. Se ha comprobado recientemente que las comunidades microbianas son claramente diferentes en ambos casos. La firma odorífera juega un papel fundamental en estas comunidades de mamíferos cazadores; estas marcas permiten compartir información sobre los diferentes componentes del grupo, en lo que sería una especie de cotilleo mediante el olfato. Así, un miembro del grupo puede saber quién está en celo, qué hembras están preñadas o incluso qué animal está enfermo.
La leche materna es el único alimento que ha sido sometido a una presión evolutiva para alimentar específicamente al lactante de cada especie. Las ventajas de la lactancia natural frente a los biberones artificiales son conocidas desde hace tiempo. Sin embargo, existe un aspecto totalmente nuevo en este proceso que tiene que ver un componente hasta ahora poco conocido de la leche humana: los oligosacáridos. Estas moléculas están formadas por combinaciones de tan sólo cinco tipos diferentes de monosacáridos, pero el número de estructuras diferentes es extraordinariamente elevado. Lo más importante es que esta familia de compuestos no tiene como función alimentar al bebé; de hecho los oligosacáridos son mayoritariamente indigestibles por los humanos. Su función es actuar como moduladores de las bacterias del intestino del lactante, favoreciendo el desarrollo de bacterias buenas (los famosos bifidus ) y dificultando el de las bacterias malas (Escherichia coli y Clostridium difficile ). Además, algunos investigadores piensan que los oligosacáridos pueden tener funciones adicionales, modulando la acción del sistema inmunnológico de manera que éste no sobre-reaccione ante la presencia de las bacterias normales del intestino. Estas investigaciones permitirán fabricar alimentos infantiles más parecidos a la leche materna, aunque por supuesto, la lactancia natural sigue siendo considerada como la opción preferible.
En el estado adulto, las bacterias intestinales parecen depender sobre todo de la dieta (aunque sobre esto hay cierta controversia). Un trabajo publicado a finales del 2013 mostraba cómo el conjunto de bacterias intestinales, el microbioma, de indígenas venezolanos es similar al de indígenas de Malawi (en ambos casos con dietas predominantemente vegetarianas); y es sin embargo, muy distinto de los habitantes de Estados Unidos, que tienen una dieta típicamente carnívora. Si a usted le sobran algunos euros y desea estudiarse a sí mismo, es posible contratar los servicios de empresas especializadas que identificarán las bacterias de su propio organismo. Los precios no son astronómicos, alrededor de 90-100$ por muestra, pudiendo analizar las bacterias del intestino, piel, genitales, boca o nariz. Sin duda, esta información le permitirá avanzar en el mandato socrático de conocerse a uno mismo.

Las plantas y el respeto

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En principio, parece una osadía ir a hablarles de plantas prisioneras de su medio ambiente a personas privadas de su libertad. Pero ha sido en el Centro Penitenciario de Albolote, en Granada, donde he tenido uno de los públicos más agradecidos, respetuosos y entusiastas para una de mis conferencias sobre ESTRÉS VEGETAL. Fui invitada por la Asociación ENTRELIBROS, que, además de la coordinación de grupos de lectura en ese centro, organiza encuentros mensuales bajo el título de  “Librepensamiento”. En su libro Consolación de la Filosofía, escrito en prisión, al filósofo de la antigua Roma Boecio se le aparece la Filosofía como una dama que le alivia de sus angustias; ¿por qué otra dama, la Ciencia, no iba a poder traspasar todas las puertas, salvar los obstáculos y dialogar con los internos de los módulos de respeto de Albolote sobre plantas que sufren de estrés por falta de agua, exceso de sol o infecciones varias? La discusión posterior a la charla fue muy estimulante; hubo preguntas sobre plantas transgénicas y cambio climático que hubieran necesitado de más visitas y nuevas charlas.

Boecio

La cuestión de si las plantas eran capaces de captar la energía negativa de las personas sirvió para hablar de plantas fitorremediadoras, aquellas que sí captan los contaminantes que nos rodean, y del Corredor Verde del río Guadiamar en el 16 aniversario de la catástrofe ecológica de Aznalcóllar.

Y surgió la inevitable polémica: ¿hay que ponerles música a las plantas o hablarles? Aunque traté de destruir la leyenda, me hubiera gustado tener más tiempo para explicarles investigaciones como las del grupo de Mónica Gagliano sobre comunicación acústica -percepción y emisión de sonidos- en plantas, aunque sí les adelanté que había estudios que apuntaban a que los vegetales podían captar las vibraciones.

Cuando alguno de mis oyentes mencionó a su madre acariciando las hojas de las plantas, no pensé sólo en plantas como la Mimosa púdica o la Venus atrapamoscas, que reaccionan al tacto, sino en estudios recientes sobre cómo la minúscula Arabidopsis responde al contacto produciendo una hormona vegetal que en última instancia la protegerá frente a infecciones por patógenos varios. Y tuve la tentación de volver en un futuro para explicarles las últimas investigaciones en posibles receptores a estímulos mecánicos o sonoros.

Venus_Flytrap_showing_trigger_hairs

Al final de la charla, aterrizamos en la mitología. Les conté cómo Ceres, la de la corona de espigas de trigo, la diosa de la agricultura, irritada por el rapto de su hija Proserpina, abandonó sus funciones y los campos quedaros malditos, tal y como se describe en Las metamorfosis deOvidio:

Ceres

La fertilidad de esa tierra, divulgada por el ancho mundo, no tiene vigor y es falsa: las mieses mueren al brotar las primeras hierbas, y unas veces se adueña de ellas un excesivo sol, otras veces una excesiva lluvia, y la dañan los astros y los vientos, y los insaciables pájaros cogen las semillas arrojadas; la cizaña y los abrojos y la grama, contra la que no se puede luchar, agotan las mieses de trigo.

Quizás el estrés vegetal fuera la venganza de una diosa iracunda que los científicos que lo investigamos intentamos reparar.

Mi agradecimiento a ENTRELIBROS http://asociacionentrelibros.blogspot.com.es/por invitarme a una experiencia única y mis felicitaciones por el entusiasmo y el respeto con el que se acercan a todos los públicos.

Gracias a los internos por todas sus atenciones; y os animo a todos a que visitéis su blog: http://lavozdelmako.wordpress.com/tag/entrelibros/.

No olvidaré la despedida de uno de ellos: “¿Sabe una de las diferencias entre los módulos de conflictivos y los de respeto en los que estamos actualmente?”, me dijo; “que en los de respeto hay plantas”.

M. Gagliano et al. 2012. Out of Sight but Not out of Mind: Alternative Means of Communication in Plants PLoS One. 7, e37382.

M. Gagliano. 2013. Green symphonies: a call for studies on acoustic communication in plants. Behavioral Ecology 24, 789-796.

E Wassim Chehab. 2012. Arabidopsis touch-induced morphogenesis is jasmonate- mediated and protects against pests. Current Biology

 

 

 

 

La vida en rosa

Quand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas,
Je vois la vie en rose.

Edith Piaf

Cuando él me toma en sus brazos
y me habla bajito
veo la vida en rosa.

Hace unos días, en una distendida reunión, una amiga médica mencionó que algunos hombres que toman Viagra experimentan un efecto secundario por el que todo lo ven tintado de azul. Ahora sé que esta condición se conoce como cianopsia, y no, no tiene nada que ver con el color azul de la famosa pastilla, pues también puede ocurrir con el consumo de otras marcas alternativas que producen la erección masculina y tienen pastilla de otros colores. De hecho, también existen versiones de esta condición de visión tintada conocidas como ianocinopsia (violeta o púrpura), cloropsia (verde), xantopsia (amarillo), o eritropsia (rojo), que de manera general reciben el nombre de cromatopsia.

La cromatopsia suele ser una condición temporal, y puede tener una variedad de causas además de la mencionada, como la intoxicación sistémica de origen variado (drogas, setas, alcohol, medicamentos, CO), la contaminación del globo ocular por alguna sustancia (sangre consecuencia de una operación ocular), la exposición a la luz solar brillante, etc. VincentSe dice que la dominancia de amarillos en la obra de Vincent Van Gogh podría haber estado producida por el consumo de digitalis, que se usaba para el tratamiento de la epilepsia. La digitalis se sigue usando en la farmacología actual, y es la base del fármaco digoxina que se usa en algunos pacientes con afecciones cardíacas; uno de los efectos secundarios de la digoxina puede ser la xantopsia.

Los mecanismos de la cromatopsia también son variados. Por ejemplo, si el líquido del globo ocular (el humor acuoso) se tinta con sangre, o si hay progresión de una catarata, la causa es, digamos, ‘externa’ o inducida, sin defecto en el mecanimo del color, es lo que se conoce como cromatopsia óptica. Por otro lado, la adquisición de una alteración cromática puede afectar a alguna de las partes que conforman el mecanismo del color: la retina, el nervio óptico, o las distintas partes del cerebro involucradas en la percepción del color (ver figura 2 en la entrada del 24 de octubre de 2013, Color, una invitación), conocidas como cromatopsia retinal y cromatopsia central.

Por ejemplo, la Viagra inhibe la asimilación de la encima fosfodiesterasa, lo que eventualmente provoca que las zonas cavernosas del pene se inunden de sangre produciendo la erección; esta misma familia de encimas se expresa en los conos de la retina, por lo que su inhibición puede dar lugar a la cianopsia. En el caso de la digitalis, parece que algunas células en la retina (como los conos que son los sensibles al color) son sensibles a las formas moleculares de digitalis que se asemejan a la ATPasa del sodio potasio (la encima que hace funcionar el mecanismo básico de permeabilidad de todas las células, la famosa bomba de sodio-potasio). La cromatopsia central puede ocurrir tras un accidente cerebrovascular que afecte al flujo sanguíneo en las zonas importantes para el color, como por ejemplo la V1 y la V2.

Existe una forma de esta alteración, la cromatopsia fantasma, que consiste en la percepción de colores (azules-dorados) en personas con visión muy reducida o nula, y que se origina por la estimulación de la zona cerebral V4 relacionada con la percepción del color.

En contraposición, existe una condición conocida como acromatopsia, en la que no existe la percepción del color; el mundo se ve en escala de grises. La acromatopsia suele ser congénita, pero también puede ser el resultado de una lesión, como en el caso del pintor que pierde la percepción del color tras un accidente de coche, en el relato breve de Oliver Sacks en Un antropólogo en Marte. El mismo Sacks dedica todo un libro, con el sugerente título de La isla de los ciegos al color, a esta afección que sufre una gran parte de la población de dos pequeñas islas de la micronesia.

Aunque ver «la vida de color de rosa» no parece ser una condición patológica de la fisiología de la visión, esta expresión que tan divinamente cantó Edith Piaf está también asociada a las fuertes alteraciones bioquímicas que nos invaden cuando nos enamoramos, y me pregunto si no habrá algo de verdad en esta expresión romántica y aún ningún médico le ha prestado atención …

 

 

El anfitrión simpático: selección sexual y fertilizaciones extraparentales en hirundínidos.

Vamos a empezar provocando: Darwin fue un genio científico constreñido. Constreñido por sus ideas religiosas, por el ambiente opresivo de la Inglaterra victoriana, y al final de su vida, cuando publica  The descent of man and selection in relation to sex, por su propia herencia y historia familiar. Nunca publicó, por ejemplo, que la promiscuidad en animales, demostrable y medible a través de las fertilizaciones extraparentales, era un comportamiento que se daba tanto en machos como en hembras y que tenía un efecto directo sobre la varianza genética, aumentando la oferta para los procesos de selección natural.  Los detallados y minuciosísimos estudios de Darwin sobre la reproducción de los cirrípedos, sobre las palomas y las numerosas observaciones sobre las poblaciones domésticas de su primo, William Darwin Fox, párroco de Delamere en Cheshire, el cual tenía una especie de zoológico de animales de granja, no dejan lugar a la especulación: Darwin lo sabía, sabía de las consecuencias sobre la moralidad –y moralina- de sus conclusiones, y sobre todo las consecuencias sobre su propia familia. Un ejemplo: Las hembras de ganso común de su primo se cruzaban -además de con su pareja específica- con los machos de Ganso chino con los que cohabitaban en el zoo, a los cuales por algún gansístico motivo encontraban irresistibles, y generaban puestas mixtas, compuestas por pocos huevos de ganso común, y muchos más de ganso chino. Realmente no hay que hilar muy fino para entender y poder escribir, a la luz de la selección natural, sobre el proceso.

O bien calló, o su mujer y su hija le hicieron callar. Su peculiar abuelo Erasmus Darwin, evolucionista avant la lettre, fue además un entusiasta defensor de la infidelidad parental, la cual llegó a recetar como remedio para la hipocondría. Se sospechaba o se sabía en la familia que no fue un simple teórico de la fertilización extraparental, sino que la practicó con entusiasmo, y parece ser que dejó testigos por el camino: varios hijos e hijas ilegítimos. No es raro que en un momento en que la reputación familiar debía ser inviolable, Darwin anduviera con pies de plomo a la hora de escribir sobre un proceso que por una parte añadía variabilidad a la reproducción sexual –la fuente principal de variación- y por otra explicaba biológicamente –y por tanto justificaba en cierta manera como naturales, que no inevitables- la promiscuidad sexual y el sexo fuera de la pareja monógama.

Décadas de estudios fascinantes han demostrado que la promiscuidad y la fertilización extraparental están absolutamente extendidas en el reino animal, afectando en mayor o menor medida a todas las clases y órdenes, y en algunos casos alcanzando valores que permiten hablar de la norma más que de la excepción: más del 70% de las especies analizadas son promiscuas y por ejemplo el 55% de los pollos de Escribano palustre Emberiza schoeniclus descienden de padres extraparentales, y por tanto no de su padre putativo. El campo de estudio es fascinante, y ha permitido hablar desde los años setenta del siglo pasado de la competencia no solo entre individuos o genes, sino entre espermatozoides. La competencia espermática es el juego donde se dirime quien será el padre biológico, y los organismos invierten tiempo y “dinero biológico”, es decir, energía, en ganar la partida…sin descuidar el campo propio, ya que un exceso de esperma invertido en la vecindad puede suponer pasar poco tiempo en casa, y los otros machos también juegan.

Purple Martin

Dejadme acabar este breve post con los aviones púrpura americanos Progne subi. No es un nuevo modelo de avión invisible Stealth o un dron de última generación: es un ave de la familia de los hirundínidos, que incluye a las golondrinas y a los aviones, y vive en Norteamérica. Los aficionados a las aves americanos son auténticos adictos de la especie, a la cual atraen mediante cajas tipo casa que instalan sobre peanas en el jardín.

purplemartinhouse

 

El ave cría en ellos fácilmente y de forma comunal, y los americanos, felices, contemplan las idas y venidas de las aves en medio de una aparente pacífica y cooperativa vecindad. Casi nadie se atrevería a negar su monogamia: los hirundínidos han simbolizado como la Hera griega la familia y la fertilidad. Y en medio de este bucólico escenario, Gene Morton, ecólogo del comportamiento de la Smithsonian de Washington, decidió perversamente investigar si sus angelicales vecinos de jardín eran tan castos como se pensaba. Hoy en día todavía se encuentran citas en las que se describe a la especie como monógama http://www.purplemartin.org/main/mgt.html.

Comenzó por marcar con anillas de colores en la primera temporada a los pájaros de su jardín y de la vecindad y se dispuso a esperar pacientemente a la temporada siguiente. Tras la migración de primavera, comenzaron a aparecer los primeros aviones: todos machos. Tomaban posesión de una casa-nido y comenzaban a atraer a las hembras a medida que aparecían. Frente a los nuevos machos, ansiosos por hacerse con un “apartamento” en la casa-nido se mostraban extremadamente agresivos, expulsándolos sin contemplaciones. Pero cuando el macho alfa consolidaba su posición, obtenía pareja, copulaba y su hembra ponía huevos, el gañán, como afectado de bipolaridad, cambiaba su comportamiento: empezaba a aceptar a los jóvenes machos en busca de casa y les invitaba a ocupar uno de los nichos vacíos. Estos machos atraían a sus propias hembras y ponían sus propios huevos.

Morton se preguntó: ¿eran suyos esos huevos? Es decir, ¿eran los padres no meramente putativos, sino biológicos de las polladas que ayudaban a criar? Las técnicas de genética molecular estaban ya a su alcance para determinar mediante la huella dactilar genética, los marcadores específicos del padre y la madre y determinar la filiación. Los resultados fueron espectaculares: los machos alfa no solo eran los padres biológicos del 96% de sus propios pollos, sino del 50% (¡) de los pollos de los machos vecinos. Buen concepto de la hospitalidad, realmente.

Los estudios sobre la filiación, la competencia espermática y la promiscuidad en animales no han cesado desde los setenta, añadiendo capas de información y ejemplos sorprendentes que han servido para contestar a preguntas obvias –y otras no tanto- sobre uno de los aspectos de la selección natural más apasionantes. Queda por responder por qué nos fascinan precisamente estos estudios, pero en este caso seguro que Darwin no lo hubiera definido como “el misterio de misterios”. Los chistes del butanero están ahí para probarlo.

Pep Amengual

Alzheimer: la enfermedad del olvido

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alzheimer

 

La muerte hace unos ideas del ex-presidente del gobierno español Adolfo Suárez ha puesto tristemente en el candelero a la enfermedad de Alzheimer. Un nombre relativamente nuevo para un mal conocido desde tiempo inmemorial: Alois Alzheimer la describió a principios del siglo XX, pero el término no se empleó de forma generalizada hasta los años 80. Aunque desde un punto de vista fisiológico y legal, Suárez murió la semana pasada, en realidad la persona había muerto hace años y su cuerpo estaba ocupado por un “fantasma”.

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Hoy día hemos aprendido algunas cosas sobre esta enfermedad. La degeneración del cerebro se debe a la acumulación de las proteínas tau y amiloide, lo que produce la muerte de neuronas y hace que el cerebro disminuya de tamaño. La enfermedad no parece estar ligada a factores ambientales o a un estilo de vida concreto, así que poca cosa podemos hacer por evitarla. Los expertos suelen recomendar ejercicio físico y una alimentación variada y rica en frutas y verduras, lo cual constituye con seguridad un buen consejo general pero la conexión con la enfermedad de Alzheimer es sumamente débil. Se sabe, sin embargo, que el componente genético es alto, lo que tampoco es una buena noticia dada la imposibilidad de cambiarlo. El hecho de tener un familiar de primer grado aumenta considerablemente la probabilidad de padecerlo, particularmente si este familiar es la madre. En cualquier caso, la enfermedad es bastante más frecuente en mujeres que en hombres.

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La lista de genes presuntamente implicados es alta y con tendencia a crecer. Hace unos meses se publicó un artículo en Nature reportando la implicación de 11 nuevos genes. Este tipo de situaciones es típico de las investigaciones en genética humana: muchos genes cada uno de los cuales parece tener una importancia muy pequeña en el fenómeno. No hay que desesperar, sin embargo, cada uno de estos hallazgos abre una línea de investigación para desentrañar las causas últimas de la enfermedad.
Otro campo de investigación se ha abierto en los últimos años con el descubrimiento de una población con tasas elevadísimas de Alzheimer precoz en Yarumal, distrito de Antioquía, Colombia. La enfermedad, conocida localmente como la bobera, ocurre en familias como era de esperar. La ciudad se ha convertido en una especie de campo de investigación natural; este año muchos de sus habitantes empezarán a tratarse con un fármaco (Crenezumab) para tratar de retrasar el curso de la enfermedad. La noticia (triste) tiene reminiscencias literarias. En Yarumal, como en Macondo, sus habitantes pierden el sueño y la memoria.

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La noticia de la semana es la publicación de un artículo en Nature Medicine describiendo un nuevo método de predicción basado en la presencia en sangre de determinados fosfolípidos . Al parecer, el test permite predecir con bastante exactitud quién desarrollará la enfermedad antes de la aparición de los síntomas ¿Es esto una buena noticia? La verdad es que no lo sé. Dado que no existe cura de momento, qué gana una persona sabiendo que va a empezar a tener síntomas en unos años. Desde un punto de vista enteramente racional, la persona podría poner sus asuntos en orden, avisar a sus familiares y tal vez, hacer algunas cosas que siempre había querido hacer antes de que sea demasiado tarde. Pero los humanos no somos enteramente racionales. Puede que sea mejor vivir en la ignorancia por un tiempo. La ironía es que aunque el test nos salga positivo, en cuanto empiece a desarrollarse la enfermedad lo olvidaremos.

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En paralelo a este test bioquímico, se ha publicado en internet un test online que permite decir si alguien tiene ya un deterioro cognitivo claro. Si últimamente han despistado sus llaves con cierta frecuencia o no aciertan con el nombre de algunos conocidos y quieren afrontar el problema, pueden encontrar el test aquí.
Aparentemente, el test fue administrado a un grupo de personas mayores de 50 años en Estados Unidos y un 28% no lo lograron pasarlo. Quiero pensar que no era una muestra aleatoria sino que  existían ya indicios de deterioro.

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Paper Nature: http://www.nature.com/nm/journal/vaop/ncurrent/full/nm.3466.html

POPURRÍ CIENTÍFICO DE LA SEMANA

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Ya me había resignado a tener sólo el doble de genes que la mosca del vinagre, un tercio más que el gusano común y apenas 5.000 genes más que esa minúscula planta llamada Arabidopsis, cuando se asesta un nuevo golpe a mi autoestima: Un pino, un vulgar pino maderero, tiene un genoma recién secuenciado siete veces mayor que el de la firmante de este post. Vale que el 80% de su ADN tenga secuencias repetidas pero ni siquiera eso me consuela.

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PINO TAEDA

Para reconciliarme con la genómica rebusco entre otros genomas vegetales que se están desentrañando y aterrizo en un tema picante: Grupos de investigación de dos países grandes productores y consumidores de chile, Méjico y China, realizan conjuntamente un análisis genómico comparativo de distintas variedades de chile. El inicio de estas investigaciones parece relacionado con una cuestión de gustos, ya que hay toda una gama de preferencias, por personas y países, en cuanto al picor de estos ejemplares de Capsicum anuum.

Los genes de la ruta biosintética de la capsaicina, el alcaloide que confiere picor al chile, son algunos de los protagonistas de este estudio, ya que cuando mutan suelen producir variedades menos picantes. Pero entre estos genes enchilados se esconden los  de la producción de vitamina C, los que hacen al chile más resistente a estreses ambientales como la sequía  y aquellos que se activan ante la presencia de un patógeno  o una plaga.

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CHILE PIQUÍN

Los resultados de este estudio no llevarán sólo a la obtención de un chile “a la carta”, más o menos picante o dulce, de resistencia probada al ambiente en que crezca o de mayor riqueza en compuestos de interés farmacológico, también permitirán desvelar el largo viaje en el tiempo y entre continentes (Méjico- España-Gran Bretaña-India-China) de estos genes enchilados.

Y no puedo evitar recordar todas esas sabrosas salsas mejicanas mezclas de chile en polvo con cacao u otras especias: el mole verde, poblano, michoacano, negro, rojo.

Mi cerebro empieza a traicionarme y el centro del hambre empieza a activarse; afortunadamente, no hay en este momento estímulos olfativos adicionales procedentes de la vecindad.

Ay, el olfato. Otro nuevo disgusto que me han ocasionado las noticias científicas de la semana. Por si la extrema sensibilidad del mío no me diera ya bastante quebraderos de nariz,  ahora resulta que uno de los menos valorados de nuestro sentidos es capaz de distinguir como mínimo un billón (pónganle ceros al uno….) de olores.  Teniendo en cuenta que la cifra de partida de olores que podíamos percibir era de 10.000, acabamos de convertirnos en una especie de cruce entre Cyrano de Bergerac y un perfumista de la maison Dior,  para nuestro disfrute o padecimiento.

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Zach Veilleux/The Rockefeller University.  http://news.sciencemag.org/biology/2014/03/human-nose-can-detect-trillion-smells

Y para conocimiento de las cualidades olfativas, en este caso de sus depredadores, nadie como  el cuco. Si alguien vuela o se acerca a su nido, o mejor dicho al nido de la corneja negra  que toma prestado para depositar allí sus huevos, comprobará que los polluelos del cuco son unos inquilinos bien pestilentes,  emitiendo una mezcla fétida de compuestos fenólicos y sulfurados. Que el cuco se dedique a tirar huevos de la corneja para hacer sitio a los suyos que deberá criar su hospedadora, se ve compensado por el hecho de que este nido hediondo desaliente y aleje a voraces gatos silvestres y a diversas aves de presa.

Los investigadores del CSIC y otras Universidades españolas y suizas que han analizado, de nido en nido, el llamado parasitismo de cría han revelado las ventajas adaptativas que representa para el hospedador, generándose una relación mutualista en que cuco y corneja salen beneficiados.  Cría cucos…y te protegerán el nido

cuco

Imagen procedente del Departamento de Comunicación del CSIC

Y antes de volar a mi nevera a buscar algo que sepa y huela a mejicano, aunque sean unas tortitas de maíz  y un guacamole industriales,  os prometo volver pronto para hablar de ese maíz Bt que se ha visto atacado por un coleóptero al que debía ser inmune.  El gusano de la raíz (Diabrotica virgifera virgifera) ha desarrollado resistencia  a dos de las tres toxinas que segrega este maíz transgénico.

Y hasta entonces intentad ver el documental “Particle Fever” dirigido por Mark Levinson, físico y cineasta, que cuenta la historia del Gran Colisionador de Hadrones del CERN a través del testimonio de seis apasionados científicos. Para hacer boca, un tráiler http://www.fandango.com/movie-trailer/particlefever-trailer/167831

Daniela Canestrari, Diana Bolopo, Ted C.J. Turlings, Gregory Röder, José M. Marcos, Vittorio Baglione. From parasitism to mutualism: unexpected interactions between a cuckoo and its host. Science. DOI: 10.5061/dryad.j81r0

Neale et al. Decoding the massive genome of loblolly pine using haploid DNA and novel assembly strategies. Genome Biology 2014, 15:R59  doi:10.1186/gb-2014-15-3-r59

Qin et al. 2014.  Whole-genome sequencing of cultivated and wild peppers provides insights into Capsicum domestication and specialization. doi: 0.1073/pnas.1400975111